sábado, 4 de septiembre de 2010

10º Capítulo. Eric

Capítulo 10. Eric

Dave se despertó inquieto. Había dormido más de dos horas pero aún así quedaba una hora y media para llegar a Valencia.
-Lía… -Habló Dave mientras se desperezaba. – ¿Entonces todo lo que sueño es real? –Preguntó confuso. Se rascó la cabeza. –Ya decía yo que los sueños eran muy confusos y reales… ¿Y por qué razón visualizo el mundo? ¿Y cómo lo hago? –Continuó preguntando Dave. Pronto se dio cuenta de que Lía no le escuchaba. Suspiró.
Se acercó a ella y le quitó los auriculares de los oídos.
-¡Ehh! –Exclamó ella. -¿Qué ocurre?
-Acabo de soñar con Ganer. Una vez más.
-¿Y? Siempre sueñas con Ganer… -Hizo notar Lía.
-Lo sé pero ahora se que los sueños son reales… que Ganer existe, que soy el elegido… No es igual que antes Lía. –Prosiguió Dave.
-Lo… Lo entiendo Dave… -Miró hacia todos los lugares del autobús. –Pronto llegaremos a Valencia. Allí pararemos a comer y luego cogeremos un tren. Debemos llegar lo antes posible a Barcelona… Frederick Monse nos dará las respuestas que buscamos.
-Que busco –Puntualizó Dave. Lía hizo una mueca.
-Yo también busco esas respuestas Dave… aunque no sea la elegida… No se porque pero me siento unida a Ganer… y bueno… y a ti. – Lía le miró intensamente con sus ojos azules penetrantes. Pronto Dave no pudo resistir más su mirada y tuvo que desviarla hacia la ventananilla.
-Hay algo en tus ojos que… -Empezó a decir Dave. Iba a continuar hablando, pero Lía ya se había puesto otra vez los auriculares y ya no le escuchaba. “Mejor así” Pensó Dave.

Al cabo de una hora y media Lía y Dave llegaron a la estación de autobuses de Valencia.
No tuvieron tiempo de mirar nada porque fueron directamente a un bar que estaba cerca de la estación de trenes a comer algo.
Dave se acercó a Lía y le tendió la mochila que contenía todo sobre Ganer y un monedero.
-Lía, ves tú al bar y tómate algo, ¿Vale? Yo me ocupo de lo demás. –Dijo Dave refiriéndose al tren que debían coger esa misma tarde.
Lía asintió. No tardó en divisar el bar en el que tenía que esperar a Dave. Se sentó en una mesa y dejó las mochilas en las sillas de al lado.
La mochila que habían bautizado como la mochila de Ganer se cayó al suelo dejando al descubierto el libro de Ganer un mundo mágico.
Todo sucedió tan deprisa que no tubo tiempo de recoger nada. Un chico alto, delgado y Lía debía admitir que guapo, se había agachado y le había recogido la mochila y el libro. El chico alto de pelo moreno leyó el título del libro unos segundos. Luego rápidamente se lo tendió a Lía con una sonrisa nerviosa.
-Perdón. No debería haber leído el título… pero es que me había llamado la atención. –Continuó ese misterioso chico guapo.
-No… No pasa nada. –Habló por fin Lía. Cogió el libro y lo guardó rápidamente en su mochila. –Está todo bien. -Él le dedicó una sonrisa.
-Eric. –Dijo. – ¿Puedo sentarme? –Lía le devolvió una sonrisa y asintió.
“¿Pero qué hago sonriéndole y dejándole sentarse conmigo?” Se preguntó internamente Lía. Sinceramente no se comprendía. Ella no era así… pero ese chico…
-Lía. –Respondió ella al cabo de unos segundos. –Mi nombre es Lía.
-Hermoso nombre. –Dijo el sin apartar la mirada de sus ojos azules. -¿Qué te trae por aquí? ¿No eres muy joven cómo para viajar sola? –Inquirió Eric.
Lía negó con la cabeza.
-No viajo sola… Además no soy tan joven. ¿Qué edad tienes tú?
-16 años –Respondió Eric. Lía le miró un momento de arriba a bajo. Sinceramente parecía tener más edad.
-Yo también tengo 16. –Mintió Lía. En realidad tenía 15 pero ese mes justo cumplía 16.
-Y… ¿A dónde vas? –Preguntó una vez más Eric. Lía le miró con desconfianza. ¿Para qué quería saber dónde iba? –No me malinterpretes… es solo curiosidad. Trabajo aquí y nunca había visto a una chica de mi edad viajar sola.
-Te he dicho que no viajo sola. –Insistió Lía. Eric la miró un momento y luego cambió de parecer. Era un chico realmente raro.
-Ese libro… ¿Quién es su autor? –Preguntó Eric con un hilo de voz. Lía le miró confusa un instante, pero luego reflexionó… daba igual si se lo decía… solo era un libro… ¿No?
-Frederick Monse. –Respondió. Lía miró atentamente a Eric. Su cara palideció rápidamente como si hubiera visto a un fantasma. -¿Te ocurre algo?
-No… nada, nada –Respondió Eric nervioso. -¿Y a dónde dices que te diriges?
Lía meditó si contárselo o no… Barcelona era muy grande… No pasaría nada… ¿No?
-A Barcelona… -Continuó Lía. Le miró la cara y entendió que quería más información –A investigar una cosa.
Eric asintió. El camarero de la barra le avisó de que volviera a su puesto de trabajo. Eric se levantó de la silla y volvió a sonreír como si no hubiera sucedido nada.
-Un placer hablar contigo Lía. Nos veremos pronto. –Y con esas palabras desapareció.
Lía se quedó un momento confusa… “¿Nos veremos pronto? ¿Qué ha querido decir con eso?” Se preguntó internamente.
Dave entró al bar y se sentó junto a ella rescatándola de sus pensamientos.
-¿Has tomado algo? –Preguntó Dave ignorante de todo lo que había sucedido anteriormente.
-No… no tengo hambre. –Contestó Lía sin mirarle. Pronto un dolor de cabeza empezó a invadirle poco a poco. Dave pareció notarlo.
-Lía… ¿Te encuentras bien? –Lía empezó a sentirse mareada. Se tocó la frente y como ella suponía estaba ardiendo.
-Creo… creo que… me voy a desmayar. –Contestó Lía. Segundos después su cuerpo se desplomó encima de la mesa.

Un frío intenso la invadió desde los pies hasta la cabeza. Había poca luz, pero se podía distinguir a la perfección una silueta esbelta que caminaba de un lugar a otro por la estancia.
Lía no tardó en averiguar quien era. El hombre de los ojos plateados alias el hombre oscuro. Un escalofrío le recorrió toda la espina dorsal.
“Ya lo recuerdo” Se dijo mentalmente. “Me he desmayado” Miró hacia todos los lugares de la estancia. Nunca había estado en ese lugar, pero lo reconoció sin dudarlo ni un segundo. Era el templo del sacerdote que tantas veces Dave le había contado.
Un gruñido lejano alejó sus pensamientos y la hizo girar la cabeza.
-Gruñir no te servirá de nada. –Dijo el hombre oscuro. Lía no entendía porque nadie la podía ver si ella estaba segura de que se encontraba en ese lugar. Pero no se cuestionó nada y se aprovechó de ese fenómeno. Atravesó la estancia hasta el lugar de donde provenían los gruñidos.
Ahogó una exclamación. El sacerdote estaba suspendido en el aire. Su cuerpo emanaba un resplandor dorado lo cual hacía la escena más irreal todavía.
Su boca parecía estar sellada, aunque no por algún material… “Magia” pensó Lía.
“Magia oscura” Rectificó en su mente.
Observó atentamente el rostro del sacerdote. Era una sensación extraña. Dave le había descrito mil veces al sacerdote pero nunca se lo habría imaginado así… Era como cuando leías un libro y más adelante veías la película. En tu imaginación el personaje era de una manera, y al verlo en el cine todo lo que tenías en mente desaparece.
El sacerdote era alto y esbelto aún para su edad. Lía le pondría entre 70 y 75 años. Tenía unos ojos pequeños de color miel y su cara estaba llena de arrugas… pero no unas arrugas feas, no. Eran esas arrugas que le dan al rostro una mota de dulzura y bondad. La voz metálica del hombre oscuro la hizo volver a la realidad.
-Ya te lo he dicho –Continuó hablando. –Hasta que no me digas donde esta la princesa Dianthe no te soltaré.
El sacerdote gimió a modo de respuesta. El hombre oscuro hizo una mueca. Se giró y con la mano derecha hizo un gesto. Gesto que le devolvió el habla al sacerdote.
Lía miraba expectante. Aún le costaba acostumbrarse a ver a una persona realizar hechizos así porque sí.
-¡No te lo diré nunca! –Exclamó el sacerdote. -¡Mátame si quieres!
El hombre oscuro se volvió a girar y penetró sus ojos plateados en los del sacerdote.
-Cuanto más tardes en decirme donde se halla la princesa Dianthe, más gente morirá. –Prosiguió el hombre oscuro con una voz siniestra.
El sacerdote no pareció creerle. Cerró los ojos y meditó. Parecía un hombre sereno, que siempre tomaba la decisión adecuada.
-Prefiero ver a la gente morir… -Contestó el sacerdote con la mirada gacha. –que verte a ti gobernar todo Ganer… siempre. –La palabra siempre la vocalizó demasiado.
“¿Qué querrá decir con “siempre”?” Pensó Lía sin apartar la mirada de esa extraña y aterradora escena.
El hombre oscuro se rió de buena gana. Lía se estremeció. Odiaba que el hombre de ojos plateados se riera… le causaba más miedo aún.
-Pues que así sea. ¡Traedla! –Gritó el hombre oscuro. Y tras esas palabras, un tipo feo y asimétrico (como todos los del ejército oscuro) trajo a una niña pequeña.
-No serás capaz… -Masculló el sacerdote.
El hombre oscuro se acercó al tipo feo y asimétrico y le quitó su espada curva.
Se acercó a la niña y miró por última vez al sacerdote.
-Si soy capaz. –Y con esas palabras levantó la espada. Lía observó como el sacerdote giraba la cara para no ver la escena. No podía ser… No podía dejar que una niña muriese de aquella forma tan atroz.
Vio como el hombre oscuro levantaba la espada. El corazón empezó a latirle a mil por hora. Miró la cara de la niña pequeña. Lloraba desconsoladamente y llamaba a su mamá. Lía apretó el puño. No podía dejar que esa niña muriera de esa manera.
-¡Alto! –Gritó Lía acercándose al hombre oscuro e interfiriéndose entre ambos. Sabía que no le podía ver… pero no perdía nada… ¿No? –No le hagas nada a ella. Yo se donde esta Dianthe y Athan. –Para sorpresa de Lía, el hombre oscuro levantó la mirada y la clavó en ella. Por un momento todo su cuerpo se estremeció tanto que pensó que sus piernas no la aguantarían por mucho más. Había algo en sus ojos que la paralizaba.
El hombre oscuro sonrió y bajó la espada curva.
-Te escucho pues… -Contestó cerrando los ojos. Lía respiró hondo como si cuando cerró los ojos todo el airé volviera a sus pulmones.
-Están en las costas de Layna. –Dijo aún con el corazón a mil por hora. –Han encontrado una embarcación y partirán pronto a Jeno. Athan la acompaña.
El hombre oscuro volvió a fijar su mirada en ella, pero esta vez sus ojos no la paralizaban, solo la aturdían.
-¡Llévatela! –Exclamó el hombre oscuro refiriéndose a la niña.
Lía aprovechó esos segundos de silencio y calma por parte de los dos e hizo la pregunta que tanto la atemorizaba.
-¿Puedes verme? ¿Desde cuándo? –El hombre oscuro pareció meditar que contestar.
-Desde el primer momento que viajaste a Ganer. –Contestó al cabo de unos segundos.
-¿Por qué… por qué no me dijiste nada? –Preguntó esta vez más nerviosa que antes.
-No me pareciste importante. –Esta vez si respondió sin meditar. Lía iba a preguntar algo más, pero el hombre oscuro la hizo callar con un gesto. –Solo una pregunta más.
Lía asintió pensativa. Tenía mil preguntas, y a la hora de hacerlas, no sabía cual hacer.
-mmm ¿Cómo te llamas? –Preguntó sin pensarlo dos veces. Parecía una pregunta tonta, pero a Lía ya le cansaba el tener que pensar en él como el “hombre oscuro” o el “hombre de ojos plateados” ¿Algún nombre tendría no?
El hombre oscuro la miró sorprendido. Lía se apostaría a que no se esperaba esa pregunta.
-Mi nombre es Arwel. –Costestó con la mirada fija y seria. Lía asintió. Se esperaba un nombre más siniestro, pero ese también estaba bien.
Pronto empezó a notar que su cuerpo se desmaterializaba y comenzaba a entumecerse y enfriarse.
-Nos veremos pronto… Lía. –Finalizó Arwel con una sonrisa siniestra.


Lía abrió los ojos lentamente.
Nunca había tenido una resaca, pero intuía que sería muy parecido al estado que tenía ella en ese momento. Miró alrededor en busca del alguien conocido. Pronto visualizó a Dave.
-¿Qué… qué ha pasado? –Preguntó Lía aún debilitada. -¿Dónde estamos?
-Te has desmayado. –Contestó Dave preocupado tocándole la frente. –Estamos en casa de un camarero muy simpático del bar.
Lía se levantó un poco y a lo lejos observó como Eric le traía un vaso de agua.
-Encantado de volver a verte, Lía. –La saludó Eric con una sonrisa. –Aunque no esperaba que fuera en estas circunstancias.
Dave se giró y los observó a ambos.
-¿Os conocéis? –Lía pareció mosquearse ante esa pregunta, se levantó del sofá en el que estaba tumbada y se sentó lentamente.
-Me atendió en el bar. Solo eso. –Dijo tocándose la frente. -¡Dave! –Dijo Lía como despertándose de un sueño largo. -¡El tren!
Dave meneó la cabeza.
-Lía hace ya rato que lo hemos perdido… tendremos que esperar a mañana.
-¡No podemos esperar! ¡Cuánto antes hagamos este viaje mejor! –Exclamó Lía levantándose de un salto del sofá.
-¡Esperar! –Se apresuró a intervenir Eric. –Mi tío es camionero y tiene que llevar una carga a Barcelona esta noche. El podría llevaros. –Les explicó Eric. Dave y Lía se miraron con esperanzas. –Pero con una condición…
-¿Quieres dinero? –Preguntó Dave arqueando una ceja.
-No… nada de eso… -Respondió Eric con una sonrisa enigmática. –Quiero ir con vosotros.
Esa revelación los desconcertó hasta tal punto que Dave no pudo evitar carraspear para aclararse la garganta.
-¿Por qué? –Preguntó con un hilo de voz.
-¿Por qué no? –Respondió Eric –Ya que os proporciono un vehículo me gustaría acompañaros… sino… no hay trato.
-Está bien, vendrás con nosotros. –Respondió Lía antes de pensárselo mejor.
Dave la miró desconcertado pero ella evitó su mirada a toda costa.

Dave cogió todo el equipaje y esperó a que Eric terminara de hablar con su tío.
Ese chico, no sabía porque, no le caía muy bien. Había algo en él, una seguridad o quizás su forma de hablar que le daba rabia. Intentaba ser amable, pues él se había ofrecido para ayudar a Lía, además de que ahora les proporcionaba un vehículo…
Miró de reojo a Lía. Estaba ensimismada con su cuaderno de dibujo.
-¿Qué haces? –Preguntó Dave en voz baja para que Eric no se enterara.
Lía le miró un momento pero no respondió. Al cabo de unos segundos de silencio habló por fin.
-¿Quién es Arwel? –Preguntó con un hilo de voz. Dave arqueó una ceja. Ese nombre le sonaba mucho…
-¡Ah! –Exclamó Dave contento. –Claro que se quien es. En un sueño Athan confesaba que Arwel era su hermano.
Lía se estremeció ligeramente.
-Debes soñar cuanto antes. Debemos saber que es lo que esta sucediendo en estos momentos en Ganer. –Dijo nerviosa.
-¿Ocurre algo? ¿El hombre de ojos plateados que me contaste que visualizabas es Arwel? –Preguntó Dave atando cabos.
-Así es… y por mi culpa sabe donde esta la princesa Dianthe y su hermano. Necesito saber si están bien Dave… Si Ganer existe… nunca me perdonaré haberlos traicionado.
-Sí, pero antes deberás contarme todo con pelos y señales… ¿Esta bien? ¡Nada de secretos! –Continuó Dave seriamente.
Lía asintió con un leve movimiento de la cabeza. Dave echó un vistazo al dibujo que Lía estaba haciendo. No pudo verlo con claridad porque Eric les avisó de que se tenían que marchar y Lía cerró la libreta. Pero lo poco que pudo ver o distinguir fue a un hombre calvo y viejo suspendido en el aire con un resplandor alrededor…
No pudo evitar mirarse la mano derecha. Ese resplandor que Lía había dibujado era exactamente igual al que a él le salía cuando peleaba.
Se estremeció al pensar en el poder que sentía cuando caía en ese trance. Todo su cuerpo se llenaba de energía, el mundo se ralentizaba y los ojos se le nublaban… Pero lo peor era ese sentimiento de poder y fuerza. Era tan poderoso, que muchas veces pensó que el poder se apoderaría de su cuerpo. La suerte era que nunca llegaba a ese punto… Suspiró y se unió a Eric y a Lía que le estaban esperando en la puerta.

Eric se aseguró de que Lía y Dave ya estaban en la parte trasera del camión.
Se apresuró a acercarse a su tío para comentarle una última cosa antes de partir.
-Todo listo. –Dijo Eric con una sonrisa siniestra.
-¿Estas seguro de querer hacer esto? –Preguntó aún dubitativo su tío. Eric intercambió una mirada de sabiduría y seguridad.
-Ahora o nunca. –Concluyó. Su tío asintió con la cabeza y arrancó los motores.