sábado, 17 de julio de 2010

2º Capítulo. Primer día de instituto

Capítulo 2. El primer día de instituto.

Lía regresó a casa corriendo.
Cuando entró su madre la miró preocupada, pero no le dio tiempo a decir nada porque Lía se abalanzó sobre sus brazos.
-¡Mamá lo siento! ¡No sabes cuánto lo siento! –La miró un momento y la volvió a abrazar - ¡Siento haberte chillado!
-Vale, vale… No pasa nada – Sonrió y la miró a los ojos - ¿Qué te ha ocurrido?
-Nada. –Contestó rápido sin mirarla – Es solo que me sentía arrepentida por haberte gritado.
Su madre asintió. Le dio un beso en la frente y le dijo que tenía la cena preparada.
Lía fue hacia la cocina y suspiró…
Desde luego si quería salir de la rutina, hoy, lo había conseguido.
Cuando terminó de cenar, le dijo a su madre que recuperaría todas las asignaturas que había suspendido y estudiaría más.
Y como de costumbre volvió a encerrarse en su habitación. Hoy definitivamente había sido un día muy complicado.
No solo por lo del borracho ese… sino también por el chico que la había ayudado.
No lo había visto nunca, y parecía de su edad, o quizás más mayor…
Pero cuando estuvo en frente de él mirándole el rostro… sintió algo raro… como si ya lo conociera, pero al mismo tiempo, estaba segurísima de que no era así.
Se sonrojó al pensar en su aspecto… Era tan guapo. Tenía un color de ojos peculiar… era verde pero con motas de color ámbar alrededor de la pupila. Y su pelo color rubio.
Negó con la cabeza intentando olvidar su rostro. Seguro que era un chico estúpido. El típico chico guapo tonto que solo esta con las chicas porque son guapas o están buenas.
Nunca se fijaría en ella. Y eso, no supo porqué, pero la molestó.
Así que no volvió a pensar en él. Pero tenía el presentimiento de que tarde o temprano, lo volvería a ver…

Reisa huía hacia el bosque como momentos antes le había ordenado Athan…
No entendía porque la protegían. Ya era mayor y podía defenderse sola.
Pero aún así no pudo negarse ante la severa mirada del último mago.
Se escondió entre los árboles y esperó. Mientras esperaba observó el bosque.
Lo conocía a la perfección. Ella misma lo recorría desde que tenía 5 años. Conocía cada tramo del bosque como si ella misma lo hubiera esculpido.
De pequeña le encantaba pasar horas y horas en el bosque mientras su madre recolectaba frutos secos y algunas plantas medicinales. No había vuelto a entrar en aquel bosque desde que sus padres murieron en la guerra.
Un ruido proveniente del pueblo la hizo alejar sus pensamientos y prestar atención.
Sabía que el ejército oscuro estaría al caer. Apretó los dientes. Odiaba que la tomaran como a una niña. Ya, sabía que solo tenía 10 años, pero desde los 7 sabía manejar una daga a la perfección y no dudaría en atacar si se veía en peligro.
Entonces un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.
“Ya están aquí” pensó Reisa.

Dave se despertó. Se sentó en la cama y encendió la luz.
“¿Otra vez?” pensó. ¿Era posible volver a soñar otra vez con las mismas personas?
-Reisa… -Pronunció su nombre como si al pronunciarlo se produjera un encantamiento.
Se frotó los ojos. Nunca le había ocurrido nada igual. Parecían recuerdos al contrario que un sueño.
Margaret entró en la habitación y lo miró.
-Dave, ¿Qué ocurre? ¿Te desvelaste?
-No pasa nada Margaret… solo fue un estúpido sueño.
Margaret frunció en ceño.
-Esta bien hijo. Pues apaga la luz y duérmete otra vez que aún faltan dos horas para que te tengas que ir al instituto. –Y con esas palabras abandonó su habitación.
Dave observó el lugar donde segundos antes había estado su abuela y suspiró.
“Es verdad, lo había olvidado. Que coñazo…” Pensó.
Apagó la luz y se volvió a dormir.

Dos horas después Dave se preparaba para ir al instituto.
Desayunó rápidamente y abandonó la casa de su abuela. Entonces se paró en seco.
Volvió a entrar a casa de su abuela y la miró muy seriamente.
-Margaret... – Su abuela le miró esperando a que hablara. –emm…. ¿Dónde esta el instituto?
Parecía irónico, pero así era. No sabía donde estaba.
Su abuela se rió y contenta le acompañó. Cuando llegaron Dave se despidió de su abuela y se internó por los pasillos del instituto.
Aún no había tocado el timbre, así que tendría tiempo para localizar su clase.
Cuando empezó a mirar los horarios y las clases escuchó de lejos a una chica que le gritaba a un niño que se había tropezado con ella.
-¡Ten más cuidado! ¡Me has tirado todo al suelo! – La chica le miró con ojos asesinos y recogió sus libros y hojas mientras le chillaba unas cuantas cosas más.
Era ella. Estaba seguro. Era la chica a la que ayudó en el callejón.
La observó mientras recogía sus cosas del suelo.
-Es Lía. –La voz hizo que Dave se sobresaltara y se girara bruscamente – No tiene amigos y la verdad es muy rarita.
Antes de que pudiera decir algo esa chica le cortó.
- Mi nombre es lisa, y vas a mi clase. Ven te lo enseñaré todo. – Y con esa sonrisa se giró esperando a que el la siguiera.
Dave volvió a buscar con la mirada a Lía pero… ya no estaba.
Entonces siguió a lisa sin decir palabra.
- No me has dicho como te llamas. –Dijo con media sonrisa.
-Mi nombre es Dave. –Le devolvió la sonrisa y se volvió a girar para ver si encontraba a Lía otra vez.
-Aah… - suspiró – no, no la busques… como dije es muy rarita. Aparece y desaparece. De todas formas la verás ahora. Va a nuestra clase.
Dave asintió pensativo.
-¿Te gusta? –Esa pregunta realmente le sorprendió.
-No… es solo que, me pareció que… -tragó saliva. ¿Qué le pasaba? –La debo haber confundido con otra persona – Mintió.
Lisa le miró y le dedicó una sonrisa mientras le señalaba la clase.
Segundos después sonó el timbre.


Lía recogió sus cosas del suelo. Sabía que la culpa de haberse tropezado con aquel niño era suya… pero no sabía porque pero estaba enfadada.
Cuando se levantó no pudo evitar sorprenderse. ¿Era él? Un momento, ¿Estaba con ella?
Hizo una mueca, tenía razón, era el típico chico guapo tonto que se fijaba solo en las chicas guapas y que estaban buenas.
Eso le hizo enfadar más así que no tenía ganas de cruzarse con él y bajó las escaleras corriendo.
Se sentó y esperó a que sonara el timbre.
Cuando sonó se levantó y esperó a que la gente entrara a las clases. No le gustaba la gente. Le agobiaba y aunque el profesor luego la castigara por llegar tarde, prefería eso antes de sentirse agobiada y observada.
Caminó en dirección a su clase. Entonces se paró en seco en la puerta…
Si el chico ese estaba con Lisa, eso quería decir que iba a su clase.
No sabía si enfadarse o emocionarse. Lo que sí sabía es que le ignoraría, seguramente él también lo haría. Después de conocer a Lisa y a todas las compañeras de su clase, se dará cuenta de que no tiene amigos y que es rara…
Pero… ¿Por qué le importaba tanto? Negó con la cabeza como el día anterior y abrió la puerta.
El profesor la volvió a reñir por llegar tarde, pero ella solo asintió y se sentó en su pupitre.
Notó la mirada del chico, pero le ignoró.
Entonces el profesor habló:
-Bien, antes de empezar la fantástica clase de matemáticas – Algunos alumnos rieron y otros cuchichearon –ejem… Decía que hay un nuevo alumno. Vamos, acércate y preséntate a la clase.
El chico se levantó y miró al profesor y luego a la clase.
-Mi nombre es Dave – se sonrojó levemente – y odio las matemáticas.
Se notó que se le había escapado porque se tapó la boca al instante. Toda la clase se rió menos Lía. Dave continuó.
-Y bueno estaré este año con vosotros. –Las chicas de la clase cuchicheaban sobre lo guapo o lo gracioso que era mientras suspiraban por él.
Lía por el contrarío hizo una mueca de asco y paso las hojas del libro ruidosamente, para que se diera cuenta de que no le importaba como se llamara o cuanto tiempo estaría en clase.
Dave se sentó y el profesor empezó su maravillosa clase de matemáticas.

Cuando acabó la clase, Lía recogió las cosas lentamente para quedarse la última.
Pero no lo era. Dave estaba apoyado en la puerta y esperaba a algo… o a alguien.
Lía no se dio cuenta de eso y se levantó dispuesta a salir. Y fue entonces cuando lo vio apoyado en la puerta mirándola.
-¿Qué pasa? – Dijo mosqueada.
-No, que te pasa a ti. Ayer te ayudé y hoy parece que ni me conozcas. –La miró fijamente.
-Es que no te conozco. –Aclaró.
-Pero, no se… si a mi alguien me ayuda cuando intentan… en fin… eso… pues no ignoro a esa persona.
-Ya te dije gracias. –Y con esas palabras cruzó la puerta sin mirarlo.
Pero entonces escuchó de lejos las palabras de Dave.
-Con ese carácter es normal que no tengas amigos.
¿Cómo lo sabía? ¿Es que acaso era el tema de conversación de su clase?
Se giró y le miró seriamente y solo respondió:
-Con ese carácter, es normal que acabes siendo un chico estúpido y creído como los de mi clase.
Le sonrió falsamente y caminó apresuradamente hacia la otra clase.
“Lo sabía, lo sabía…” se repetía continuamente. Se enfadó por en un principio haberse sentido atraída por él. Era como todos los chicos del instituto. Superficiales.
Pero lo peor, es que o bien pensaba en él por lo guapo que era o bien pensaba en él por lo inútil, superficial y tonto que era. Pero siempre lo tenía en la cabeza.
“Oh no… y encima ahora toca historia” Pensó.
Corrió rápidamente para ponerse en el último pupitre al lado de la ventana.
Nunca escuchaba en historia. Le parecía un aburrimiento de asignatura. Pero en realidad, todas las asignaturas le parecían aburridas y sin sentido.
En ese momento no le importó la promesa que le hizo a su madre de recuperar las asignaturas y mirando por la ventana, se internó en su pequeño mundo imaginario.

Dave se arrepintió de lo que le había dicho a Lía.
Pero… ¿Por qué le trataba así? Él no le había hecho nada… Vale que al final la cagara al decirle eso, pero no tenía derecho a ignorarlo y a tratarlo como si le hubiera hecho algo malo.
Cuando llegó la hora del patio, Dave decidió no volver a molestar a Lía. Si es lo que quería, no la volvería a hablar. Y con ese pensamiento salió a las pistas.
Pronto descubrió que en aquel instituto la gente estaba agrupada en distintos lugares de la pista. Unos sentados, otros apoyados en la valla, otros de pie y algunos jugando al fútbol. No sabía hacia donde ir, así que se sentó en un escalón a comerse el almuerzo.
-¿Juegas? – Dave se giró y miró a la persona que hablaba.
-¿Al fútbol? –Preguntó. Cuando lo hizo se dio cuenta de que fue una pregunta estúpida.
-¿A qué si no? ¿Al ajedrez? –Empezó a reírse solo, y Dave por no dejarlo mal se rió con él y asintió.
-Mi nombre es Pablo. Ya se que te llamas Dave, voy a tu clase y escuché tu discurso. A mi tampoco me gustan las mates –Rieron los dos.
-Vale. –Dijo solamente.
Y así empezaron a jugar al fútbol. Dave nunca se había apuntado a fútbol porque él jugaba por diversión y no tenía planeado dedicarse a eso. Bueno en realidad, no tenía planeado dedicarse a nada.
Pero era bueno, y pronto los demás se dieron cuenta.
El partido estaba empatado, los dos equipos eran realmente buenos y no se sabía quien iba a ganar. Muchas chicas estaban sentadas mirando el partido y animando a los equipos.
Dave se paró a beber agua y se dio cuenta que una chica le saludaba. Era Lisa.
Le saludó con una sonrisa y dejo la botella de agua en el suelo.
Pablo le paró y le miró seriamente.
-Dave, ¿Ves el portero del otro equipo? –Dave asintió sin saber a dónde quería llegar – Pues es el novio de Lisa… y es muy celoso. Ten cuidado.
-Pero si solo me ha saludado –Se quejó.
Pablo no dijo nada si no que le miró y Dave pudo ver en su mirada la seriedad del asunto. Así que asintió y miró de reojo al portero del equipo contrario.
Era realmente una fiera. No una fiera literalmente. Aunque Dave medía 1.85 ese tipo mediría 1.90 o más. Era fuerte y estaba repleto de tatuajes y piercings.
Vamos el típico chico malo por así decirlo. Dave no se preocupó por el asunto. No le gustaba Lisa y ni mucho menos iba a quitarle la novia ni nada parecido. Así que se volvió a concentrar en el juego.
Su compañero centró la pelota desde un lateral de la pista pero nadie se acercó para rematar. Dave miró a sus compañeros ¿Porqué no se acercaban? Él no se lo pensó dos veces y remató de cabeza. Y suerte tuvo porque marcó un gol. Todos sus compañeros le felicitaron y dijeron que el golazo fue increíble.
De fondo se escuchaba a todas las chicas chillando emocionadas y suspirando por él.
Dave no quería ser descortés así que paso corriendo por delante de ellas y les dedicó una sonrisa. A continuación como acción reacción todas empezaron a cuchichear sobre él.
Esa sensación que tuvo Dave de sentirse a gusto en el instituto no le duró mucho porque una pelota que provenía del otro extremo le golpeó en la cabeza haciéndole perder el conocimiento. Esa pelota provenía de la portería contraria.

Reisa no aguantó más y se acercó un poco para ver la situación en la que se encontraba el pueblo.
Como ella había intuido el ejército oscuro había penetrado este.
Distinguió la voz de Athan y el sacerdote. Y a duras penas logró distinguir parte de la conversación.
-No os atacaremos si nos la entregáis –Dijo el que parecía ser el cabecilla del ejército.
-No dudaríamos en hacerlo. Pero como ya hemos dicho repetidas veces, partió hace una semana. No sabemos hacia que lugar. Pero en este pueblo no se encuentra. –Contestó el sacerdote con voz serena.
El cabecilla del ejercito musitó algo que Reisa no logró entender… aunque más bien parecía un gruñido.
-Si llegamos a averiguar que se encuentra aquí, os mataremos…a todos.
En ese momento Reisa pisó una piedra y se tropezó.
El cabecilla del ejército oscuro ya se había girado para marcharse pero al escuchar ese sonido se paró en seco.
Reisa se dio cuenta y se hizo un ovillo en el suelo rezando porque no la encontraran.
Este se asomó entre la maleza buscando de donde provenía el sonido pero no vio nada y solo vio como un conejo corría de un matorral a otro.
Se giró y miró a Athan y al sacerdote que lo miraban expectantes.
No dijo nada más y junto con su ejército se marchó por donde habían venido.
-uff… -supiró Reisa – Faltó poco.


Dave abrió los ojos.
Le dolía la cabeza y la boca le sabía a hierro. Supuso que le había sangrado.
No recordaba que le había sucedido. Solo sabía que estaba en la enfermería ya que divisó el botiquín y a una mujer con una bata blanca.
Esta salió y por la puerta entró otra persona.
-¿Estas bien? – Dave se levantó un poco y miró a Lía. No pudo estar en esa posición mucho tiempo porque le dolía la cabeza y estaba cansado. –No, vuelve a tumbarte, sino te marearás.
Dave asintió y la observó desde la camilla.
-¿Qué me ha ocurrido? –Preguntó con voz débil.
-Que fuiste un estúpido por meterte con la novia de Dani. –Contestó. Parecía enfadada, pero en el fondo Dave sabía que estaba preocupada. –Te pegó un balonazo en la cabeza.
-No me metí con …-Iba a continuar pero la miró otra vez -¿Y qué haces tu aquí?
-Oye mira no te emociones. –Dave se rió de buena gana. Parecía que a Lía ya se le había pasado la preocupación. –Es solo que te debía un favor… y como nadie se preocupó por llamar a la enfermera… Te lo dije, en este instituto son así. Superficiales y tontos. Si les caes bien puedes pasar un buen rato, pero no pienses que tienes amigos.
-¿Y tu no eres como ellos? –Inquirió Dave. Lía pareció sorprenderse ante esa pregunta. Estaba seguro que no se la esperaba.
-mmm pues no. –Contestó sencillamente. Iba a marcharse pero Dave la sujetó del brazo.
-Espera… -Dijo.
-¿Qué? –Preguntó Lía sin mirarle a la cara.
-Gracias.
Entonces Lía le miró y le sonrió. Pareció que por un momento el tiempo se congelaba y sus miradas se unían. No sabía porqué pero siempre que la miraba acababa sintiendo algo raro.
-¡¡¡Dave!!! –Entró chillando Lisa – ¡Siento lo que te hizo mi novio!
Dave soltó rápidamente el brazo de Lía y miró a Lisa.
-¿Estas bien Dave? –Preguntó con ese tono tan dramático que la caracterizaba.
-Estoy bien, gracias. –Le sonrió para que dejara de preocuparse y se levantó para decirle una cosa a Lía… pero ya se había ido.
Mientras tanto, Lisa hablaba y hablaba todo el rato. Dave no la escuchaba. Su mente se había quedado estancada en esos ojos. En los ojos de Lía.

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